lunes, 27 de septiembre de 2010

Tema de la Semana II

MAFIOCRACIA Y CORRUPCIÓN EN ARGENTINA

La corrupción es, lamentablemente, uno de los elementos que hoy caracterizan a nuestro país. A lo largo de toda su historia se ha visto asolada por casos de corrupción, que han puesto al desnudo los oscuros negocios de la política local.

Cuando se le suele preguntar a la gente por qué la Argentina no ha crecido en los últimos años y el por qué de su deterioro político y social, la mayoría de las veces se alude a la corrupción de su clase política como principal razón. A lo largo de su historia, ha sido un país que ha estado marcado por grandes hechos de corrupción marcando la vida política e impidiendo un crecimiento conforme a la disponibilidad de recursos naturales y potencial humano.

Desde que somos pequeños hemos escuchado hablar a nuestros padres, maestros, profesores sobre la corrupción, sus diversas causas, consecuencias y posibles soluciones. Muchos dicen: “en la Argentina hubo corrupción siempre, y siempre va a haber”. Todos hablamos de corrupción, pero pocos sabemos que significa específicamente ese término. La palabra corrupción proviene del latín corruptio, que significa alteración o seducción; también de corrupté, que significa en forma viciosa. El diccionario de la Real Academia Española, señala que corrupción es aquello que “en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”.

Si hay algo que esta claro es que el problema de la corrupción en Argentina no radica en el marco jurídico, sino en la falta de su cumplimiento y en la creación de mecanismos efectivos de control. Esto nos lleva a pensar que la corrupción es un problema social, que involucra a la totalidad de la sociedad argentina. Coimas, evasión, robo, contrabando, todas son actividades que implican y encierran corrupción.

La corrupción ha acompañado a toda la vida política argentina, donde el ansia de poder, la avaricia desmedida y luchar por el interés individual por sobre el interés grupal, ha hecho que la Argentina sea un país poco confiable. Este accionar corrupto hizo que la Argentina perdiera miles de millones de dólares a lo largo de la historia, lo que impidió que se construyera cientos de escuelas, hospitales, carreteras, fábricas, etc., que hubieses servido para el desarrollo del país, y que al no poder contar con ellos, los únicos perjudicados han sido los habitantes de estas tierras. El bienestar individual ha primado sobre el bienestar general. Una minoría se ha visto beneficiada, y la mayoría perjudicada.

El Estado al no controlar y ser en muchas ocasiones partícipes de hechos delictivos, ha hecho que la población empiece a perder confianza en la institucionalidad, porque ve que los funcionarios sólo quieren acceder a diferentes puestos de poder para salvar su futuro económico a través o por medio de una dádiva, olvidando las principales tareas para los que fueron nombrados o elegidos en esos puestos, que es el bienestar común de todos los habitantes del país.

¿Es el Estado el único y ultimo responsable de la corrupción en la Republica Argentina? ¿Es la clase política la única y más corrupta? Solemos asociar la corrupción a lo estatal, pero ¿Cuál es el rol de la sociedad argentina respecto de la corrupción? ¿A caso los gobernantes y funcionarios públicos no son reflejo de la sociedad de la que emergen?

La sociedad argentina identifica a la corrupción como uno de los mayores males, pero ¿qué hace al respecto? Una de las principales herramientas para hacerle frente a la corrupción es la participación y la honestidad ¿esos elementos son a caso característicos de nuestra sociedad? ¿Qué podemos hacer, como jóvenes, para combatir este flagelo?

Es muy probable que el primer paso este en dejar de ser indiferente, y empezar a tomar como propios los problemas sociales. Criticar con fundamentos, proponer mecanismos diferentes, participar, hacerse escuchar, pero sobre todo ejercer en nuestro día a día acciones honestas y que promuevan el bienestar general pueden ser pasos fundamentales en esta lucha.

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